En el mes de abril, de camino hacia Madrid por la A-6 y poco después de pasar Benavente, Elena y yo tuvimos la ocasión de desviarnos hacia el interior de la provincia de Zamora y visitar la reserva natural de las Lagunas de Villafáfila. Se trata de un importante humedal para las aves migratorias que cruzan la península, que abarca unas 500 hectáreas de lagunas salinas.
Como solo teníamos la mañana para realizar la visita, nos centramos en visitar el entorno de la Casa del Parque, que cuenta con un recorrido que recorre unas 23 hectáreas del total. Esta instalación dispone de aparcamiento para los vehículos, lavabos y personal que presenta el parque al visitante. En este momento sólo abre de viernes a domingo y el acceso al recorrido tiene un coste simbólico de 2€ por persona.

Iniciamos nuestro paseo por el camino que sale a la derecha del centro de interpretación. Enseguida llegamos al primer mirador:

Destacaba la presencia del ánsar común (Anser anser) y de las fochas (Fulica atra):

Un poco más adelante vimos algún porrón europeo (Aythya ferina), en compañía de otros ánsares…

Siguiendo el camino encontramos un nuevo mirador con una original entrada:

Los miradores son en general antiguos palomares de barro restaurados. El problema de algunos de ellos es que las ventanas son de cristal o metacrilato y el exterior está, obviamente, bastante sucio. Esto dificulta la toma de fotografías.
Dimos un vistazo a la fauna de los alrededores y la sorpresa fue un ganso extraño acompañando a un ánsar común. Podría tratarse de un ganso canadiense pero no tiene la cara tan negra. Seguramente sea un híbrido. Lo más parecido que hemos encontrado está en eBird y se trata de un híbrido entre ganso cisnal y canadiense mayor (Anser cygnoides x Branta canadensis):

Desde el mirador que está al otro lado de la laguna captamos una representativa imagen, con los ánsares (Anser anser) de protagonistas:

Desde esta perspectiva pueden apreciarse los amplios ventanales de cristal del mirador que comentábamos anteriormente.
También vimos algunos ejemplares de ánades azulones (Anas platyrhynchos):

Proseguimos por el sendero que conduce a un mirador elevado. Por el camino nos sobrevoló una rapaz. Probablemente se trataba de un milano real (Milvus milvus) (quizá aún joven)…

…, asistimos al amerizaje de un par de ánsares…

… y pudimos ver en la distancia unas cuantas cigüeñuelas (Himantopus himantopus) que no se dignaron en ofrecer su rostro.
Una laboriosa avoceta (Recurvirostra avosetta) que buscaba afanosamente algo que llevarse al pico también se dejó fotografiar:


Llegamos al observatorio y subimos a lo alto. Desde allí apreciamos las vistas de los alrededores…

… y pudimos sorprender a un grupito de avocetas (Recurvirostra avosetta) que, a diferencia de su colega anterior, parecían saciadas y reposaban en armonía:

¿Y cómo no? También estaban allí unos ánsares (Anser anser) atentos a todo lo que sucedía en su entorno, como suele ser habitual en ellos:

Dirigimos nuestros pasos hacia la zona de picnic. Se trata de un área que cuenta con algunas mesas y bancos bajo unos pinos protectores:

Allí dimos cuenta de unos «bollos preñaos» y bocadillitos que llevábamos.
Proseguimos hasta un nuevo mirador y amparados por el anonimato descubrimos al fondo, lejos de nuestras miradas, una espátula común (Platalea leucorodia) que tomaba el sol:

Un grupito de tres patos que se sumergían, ahora uno, luego otro, reveló la presencia de cucharas (Spatula clypeata) y tarros blancos (Tadorna tadorna) faenando conjuntamente:


También vimos, casi ocultas en la distancia, una pareja de ánades friso (Mareca strepera) y un nuevo ejemplar de ánade azulón (Anas platyrhynchos):


Ya de regreso nuestro amigo el milano real (Milvus milvus) nos ofreció la oportunidad de que le hiciéramos alguna foto más:


Antes de abandonar el parque, un abejorro se puso a tiro… No todo van a ser pajarracos!

Salimos del parque. Antes de abandonar la zona decidimos dar una vuelta con el coche a ver si veíamos alguna avutarda. Esta zona es famosa por albergar uno de los últimos refugios para este ave, cada vez más escasa. Ademas, era buena época, porque era época de celo…
Subimos al coche e hicimos algunos kilómetros por pistas asfaltadas. No vimos ninguna avutarda, pero sí una cogujada común (Galerida cristata) que se cruzó delante del coche:

Con lo cual, de igual modo, ¡pudimos ver una nueva especie!
La Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila es mucho más que lo que visitamos. Hay un enorme entramado de lagunas con y sin miradores que abarca varios municipios. Esta visita era una primera toma de contacto, pero habrá que volver, no sólo para intentar ver avutardas (que queda como asignatura pendiente), sino para disfrutar del espectáculo que nos ofrece esta reserva y colaborar con nuestra visita en el mantenimiento de la misma.