Tras las visitas a las Lagunas de Villafáfila y a las Tablas de Daimiel tenía ganas de ver cómo estaban nuestros amigos del Remolar… Y lo cierto es que es que en está época este humedal está exultante! Las lagunas estaban rebosantes de vida y de actividad. Seguramente me dejaré más de una y más de dos especies por retratar…
Como es costumbre, al llegar me dirigí primeramente al observatorio de la Bassa dels Pollancres, por aquello de dejar sitio a los colegios que suelen llegar sobre las 10:30h. Enseguida comprobé que iba a pasar una buena mañana de pajareo. Un porrón europeo (Aythya ferina), a corta distancia, no paraba de realizar inmersiones:


En el aire, garcetas comunes (Egretta garzetta) y alguna que otra garza real (Ardea cinerea) en la distancia:


Una pareja de somormujos (Podiceps cristatus) embelesados y el siempre activo zampullín (Tachybaptus ruficollis) no podían faltar:


Un pato colorado (Netta rufina) maduro hacía gala de su porte. Otros ejemplares más inmaduros (y con aspecto de estudiante adolescente inseguro) se mecían en la laguna:


En el islote, ejemplares de garceta (Egretta garzetta) y de pato colorado (Netta rufina) convivían y tomaban el sol de primavera:
Las cigüeñuelas (Himantopus himantopus) y las gallinetas (Gallinula chloropus) también tenían su representación…


Decidí dirigir mis pasos hacia el mirador del Aguait de la Maresma. Si vas con cuidado, es fácil ver algún pajarillo por el camino, como éste papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca):

Aunque seguramente es un ave fácil de ver y abundante, para mí fue la revelación de esta salida. Creo que no lo había fotografiado nunca…
En este otro mirador, más de lo mismo. Una exuberante presencia de pajarracos se plantó ante mí. En el islote central, una pequeña comunidad de garcillas bueyeras (Bubulcus ibis) tomaban el sol:

En la otra orilla, conviviendo sin problemas, garcetas, garcillas, tarro blanco (Tadorna tadorna), ánades azulones (Anas platyrhynchos), ánsar común (Anser anser), etc…:

Hasta tal punto parece no molestarles compartir espacios, que hasta una hembra de aguilucho lagunero (Circus aeruginosus) se paseaba por detrás del grupito sin generar ningún tipo de alarma. Tengo la sensación que el nido del aguilucho se haya tras los matorrales, por lo que sus visitas deben de ser habituales. Quizá haya un pacto de no agresión, o quizá no haya todavía ningún polluelo en la pequeña comunidad al que proteger:


Otros de los habitantes de la laguna son una hembra de ánade friso (Mareca strepera) (pillada a bastante distancia y a la que le hice foto para reflejar la vista de la especie), y una omnipresente focha (Fulica atra), que llevaba un palito en el pico (quizá ya estén construyendo el nido):


Los ánsares (Anser anser) eran más abundantes a este lado del parque…


Así como las cigüeñuelas (Himantopus himantopus) y los patos cuchara (Spatula clypeata):


Una especie que tardé en identificar, no por la dificultad, sino porque los tres ejemplares que habían estaban dormidos y con los picos escondidos, fue la espátula común (Platalea leucorodia). Cuando despertaron nos ofrecieron algunas bonitas tomas:


La convivencia entre espátulas y las garcillas aparentemente también es cordial:

Vimos pasar volando algún grupo de moritos (Plegadis falcinellus). Alguno de ellos se aproximó entre los matorrales para dejarse inmortalizar:

Y antes de irme, una foto más al aguilucho lagunero (Circus aeruginosus):

Por el camino de regreso, en las balsas artificiales que han construido para la repoblación de anfibios, un par de ranas:


De regalo, escondido entre las ramas de los árboles del paseo, un huidizo jilguero (Carduelis carduelis) se dejó fotografiar ya de espaldas, mientras huía del peligro de la presencia humana (y no le falta razón):

Así finaliza el relato sobre esta salida pajarera del mes de abril.