A principios de febrero decidimos pasar unos días en la Laguna de Gallocanta y conocer de primera mano este famoso lugar que se convierte en invierno en punto de encuentro de miles de grullas (Grus grus) en sus viajes migratorios.
Fuimos Elena, Miguel Ángel y yo. Según el censo oficial del Gobierno de Aragón, en la semana que estuvimos habían unas 10.500 grullas. Llegamos al mediodía. Tras una agradable comida en uno de los pocos restaurantes de la zona, nos dirigimos al Centro de Interpretación de la Laguna de Gallocanta situado en la carretera que une los pueblos de Tornos y Bello. Allí nos atendió la srta. Carmina, que nos ofreció todo tipo de explicaciones sobre el lugar y sobre los comportamientos de las grullas, para facilitar en lo posible los avistamientos. En particular nos aclaró que el sendero PR-Z 33 que rodea la Laguna es transitable tanto a pie, como en bicicleta y en coche. Tiene un perímetro de algo más de 30 km y en ese momento estaba cortado a la altura del Barranco de la Hoz de Los Pozuelos, por lo que en caso de dirigirse hacia ese punto posteriormente era preciso volver en sentido contrario. Al final decidimos recorrerlo en coche para poder dedicar más tiempo a la observación.
Eran las 17h y empezaba a caer la tarde. Decidimos hacer una primera visita desde el Observatorio de la Reguera. Es un mirador elevado que permite dar un vistazo general a la laguna desde el suroeste. Estábamos solos. Lo primero que vimos fue un grupo de grullas (Grus grus) a nuestra izquierda, en la laguna:

Enseguida se desinflaron nuestras expectativas fotográficas. Nos dimos cuenta de que las distancias entre los miradores y las aves eran enormes. Seguramente era así con el fin de no molestarlas y respetar su espacio. La observación era posible con prismáticos y la fotografía pues… se haría lo que se pudiera. Las aves estaban todas muy lejanas.
Tal y como nos habían indicado en el centro de información, según avanzara la tarde, las grullas irían regresando a la laguna. Al parecer, la mayoría de las grullas abandonan al amanecer la laguna en busca de lugares para alimentarse. Al atardecer regresan y se reúnen en grandes grupos. Estamos en un lugar donde existen depredadores, especialmente zorros. Si durante la noche algún zorro se acercara a ellas, el chapoteo en el agua le delataría. Es por eso que la laguna les sirve de refugio nocturno durante el tiempo que dure su parada a lo largo de la ruta migratoria. Un cartel informativo detalla el papel de la laguna en los desplazamiento migratorios de estas aves:
Y efectivamente… enseguida empezamos a ver llegar pequeños grupos de grullas (Grus grus) volando:


Se van ubicando en distintos lugares repartidos por la laguna. Algunas se reúnen con el grupito que nos pilla más cerca:

Tras el paso de las grullas, nadando plácidamente en el agua, pero fuera del alcance de nuestros objetivos, apreciamos la presencia de muchos ejemplares de anátidas… se distinguen patos colorados (Netta rufina), tarros blancos (Tadorna tadorna) y seguramente otras especies…


Un poco más a la derecha, un importante grupo de fochas (Fulica atra) y algo más allá, frente a la Isla del Tío Pesterre, algunos flamencos (Phoenicopterus roseus) se alimentaban:


Entretanto llegaron unos ingleses (por el coche lo sabemos) que también se detuvieron en el mirador a hacer unas fotos. No éramos mucha gente…
Seguimos nuestro camino. Hicimos una parada en el Observatorio de los Ojos y otra en el Observatorio de la Ermita. Lo único que conseguimos fue una panorámica del pueblo de Gallocanta a la puesta del sol:

Al continuar nuestro viaje y poco antes de adentrarnos en el núcleo urbano vimos unas grullas (Grus grus) relativamente cerca del camino. Sigilosamente nos bajamos del coche e hicimos algunas fotos. A esas horas la luz comenzaba a ser escasa y además teníamos el sol enfrente… Algo salió:


Regresamos al hostal y cenamos alguna cosa. Ya de noche, salimos con la intención de hacer alguna observación astronómica. Esta zona es famosa por contar con cielos limpios (estamos a 1.000 m de altitud) y libres de contaminación lumínica. Con un frío congelante Miguel Ángel consiguió montar el telescopio. Pero los astros no estaban de nuestra parte… aunque el cielo estaba despejado, había bastante luna y no conseguimos hacer ninguna observación destacable. Decidimos desmontar el invento y volver a intentarlo la próxima noche.
Antes del amanecer, sobre las 07:30h, nos dirigimos a una casa abandonada que está a escasos metros del Mirador de aves de Tornos (observatorio de la Lagunica) con la intención de ver la salida de las grullas hacia los lugares de alimentación, principalmente en los alrededores del río Jiloca (según nos indicaron en el centro de interpretación). Al parecer, el éxodo se produce sobre las 07:45h y las grullas rehuyen el paso sobre los humanos, aunque por alguna razón están acostumbradas a su presencia en el mirador. Así, la ubicación en la casa abandonada podría darnos una buena perspectiva del paso de las aves.

Había niebla baja y localizada en bancos. Estábamos a -5ºC pero no éramos los únicos. En el mismo puesto de observación había algunos otros observadores. La laguna permanecía oculta por la niebla. Se oía un gran jolgorio de grullas (Grus grus), como si estuvieran preparándose para algo…
Poco antes de las 8h vimos sobresalir las primeras siluetas aladas de la laguna. Efectivamente, en el momento que apreciaron nuestra presencia desviaron su trayectoria y pasaron esquivando a los humanos todo lo posible:

Como si se tratara de algo contagioso, enseguida empezamos a ver grupitos de grullas (Grus grus) que abandonaban la laguna en perfecta formación:


Pronto el cielo se llenó de grullas volando en la misma dirección. No habían esperado a la salida del sol y se dirigían justo en esa dirección.




Pasaban a cierta distancia de nosotros, alborotando con su característico graznido «kruu-kruu».
Finalmente, mirando hacia el este, se podía apreciar un cielo entretejido con miles de alas perdiéndose en le horizonte:

Con las últimas grullas que pasaban ya teníamos algo más de luz. Todavía no había salido el sol, pero la luz ambiente nos permitió hacer alguna foto con un poco más de detalle:

Tal y como había empezado se acabó… Serían sobre las 08:15h cuando todo había terminado. En la laguna se podían apreciar ejemplares de grullas, pero ya no se escuchaba al alboroto de antes. Las que allí estaban no parecían tener intención de marchar. Había durado como unos 15 minutos. Era cierto que se tenía que estar a esa hora o te perdías el espectáculo.
Tras asistir al éxodo, nos dirigimos de nuevo al hostal con la intención de desayunar.
Ya alimentados, subimos al coche con la intención de realizar todo el recorrido del perímetro de la laguna (sendero PR-Z 33) con tranquilidad y, a ser posible, con algo más de luz. Teníamos la esperanza de poder captar algún ave en aquellos lugares donde la pista se aproxima a la laguna. Antes de abandonar la carretera, un grupo de grullas (Grus grus) en un campo próximo nos dejó hacerles alguna foto sin bajar del coche:

El tramo que transcurre próximo a la laguna permitió inmortalizar un grupo de flamencos (Phoenicopterus roseus), pero aún así las distancias seguían siendo enormes:

Nos apartamos del camino para dejar pasar a un tractor agrícola. El hombre descendió del tractor para intercambiar algunos aspectos basados en su conocimiento del terreno. Mientras hablábamos nos hizo apreciar la presencia de un zorro:


Al principio nos estuvo observando, como valorando si valía la pena prestarnos atención o no… Debió de pensar que no parecíamos peligrosos y reanudó sus quehaceres. Incluso intentó cazar algo en nuestra presencia.
Antes de regresar a la carretera para sortear el barranco de la Hoz de los Pozuelos nos topamos con un alcaudón real (Lanius meridionalis) posado en una rama. Se trata de una nueva especie así que, aparte de las grullas, habíamos avistado un ejemplar desconocido para nosotros.

Ya en la carretera, otro grupo de garzas se dejó fotografiar sin demasiados complejos:




Llegamos de nuevo al observatorio de La Reguera. Esta vez era poco antes del mediodía, así que quizá veríamos algunas aves distintas a las del día anterior.
De momento, el grupo de grullas (Grus grus) del día anterior empezaba a posicionarse en el mismo lugar:

Desde allí también vimos algún grupo de flamencos (Phoenicopterus roseus) y diversas especies de patos entremezcladas, principalmente fochas (Fulica atra) y tarros blancos (Tadorna tadorna).


Seguimos nuestro periplo hasta Gallocanta y nos detuvimos en la Oficina de Información Turística, con tan mala suerte que los miércoles está cerrada. Éste es el único lugar que te permite acercarte hasta el borde mismo de la laguna, pues dispone de un mirador al que se llega por una larga pasarela. Al llegar al mirador, pues fue un poco decepcionante también. Únicamente alguna focha común (Fulica atra) se puso al alcance de nuestro objetivo:

Comimos en Gallocanta y nos dirigimos al observatorio El Cañizar, que es el único que nos faltaba visitar. Desde allí teníamos una nueva perspectiva del grupo de grullas (Grus grus) que permanece durante todo el día en la laguna:

Eran sobre las 16:00h. Otro visitante que merodeaba por el mirador (alias «el asturiano») nos indicó que el día anterior estaba a las 16:30h en el mirador de La Lagunica y a esa hora empezaron a llegar miles de grullas. Desde allí tendríamos una visión espectacular y aún nos daba tiempo a llegar…
Inocentemente nos dirigimos hacia allí. Mientras esperábamos volvimos a ver a otro alcaudón real (Lanius meridionalis):

Al cabo de un rato vimos llegar algún grupo de grullas (Grus grus) sobrevolándonos a gran altura:

Es cierto que pasaron algunas, muy espaciadas en el tiempo y a gran altura:


El regreso no tuvo la espectacularidad de la salida que se produjo a primera hora de la mañana. Lo que sí que apreciamos es que muchos de los ejemplares que regresaban, tanto desde el lado este como como desde el oeste, iban a aterrizar frente al observatorio El Cañizar:

En la distancia nos parecía distinguir en el observatorio la indumentaria del buen samaritano que nos había aconsejado cambiar de ubicación… quizá pensó que eramos demasiada gente para aquel diminuto lugar…
Esperamos un rato más. Eso nos dio la oportunidad de fotografiar un escribano palustre (Emberiza schoeniclus), probablemente una hembra inmadura:

Otro nuevo ejemplar captado gracias a esta escapada.
También pasó por allí otro zorro, al que pareció no importarle demasiado nuestra presencia:

Como parecía que el desfile de grullas (Grus grus) se había acabado, decidimos tomar otro rumbo. En aquel momento la laguna tenía este aspecto:

Decidimos echar un vistazo a la Laguna de Zaida. Se trata de una laguna que está a escasos kilómetros y otro de los observadores nos había comentado que sobre las 11h de la mañana había visto allí un grupo numeroso de grullas. Aparcamos junto a la carretera, en el lugar habilitado para ello. Desde allí sólo se veía algún que otro pato muy a lo lejos. Después de dar un vistazo por los alrededores, decidimos marchar. Al día siguiente, por la mañana, le daríamos otra oportunidad.
Fuimos a cenar al hostal. Cuando cayó la noche volvimos a salir con fines astronómicos. Regresamos al mismo lugar que la noche anterior, aunque con unos objetivos un poco más modestos. Nos conformaríamos con montar las cámaras sobre el sistema de seguimiento para hacer alguna foto. Primero fotografiamos la luna:

Y a continuación fotografiamos a Júpiter con sus satélites Ganímedes, Europa, Calisto e Ío; y el cinturón de Orión. El sistema de seguimiento hizo un estupendo trabajo, pues utilizamos tiempos de exposición de 8s y de 30s respectivamente. Una pena que Júpiter no estuviera mejor enfocado…


Nos levantamos el tercer día antes del amanecer. Queríamos volver a presenciar la marcha de las grullas (Grus grus) desde la laguna. Esta vez iríamos al mirador de La Lagunica, con la esperanza de que las grullas pasen más cerca de nosotros. Vuelve a hacer frío (-6ºC) y hay más niebla en el ambiente. Decidimos esperar resguardados en el coche. Como el día anterior, las primeras grullas (Grus grus) pasan poco antes de las 8h, pero debido a la niebla es imposible hacerles alguna foto. Nos recreamos en verlas pasar. A las 08:05h empieza a haber algo de luz, así que intentamos retener la escena:

Logramos fotografiar algunos grupos en formación:


Y cuando hubo algo más de luz intentamos captar algún detalle…


El frío persistía y la niebla parecía que volvía a espesarse…


Volvimos al hostal y desayunamos. Recogimos nuestras cosas y tal y como habíamos planeado el día anterior, nos dirigimos de nuevo a la Laguna de Zaida. Esta vez nos aproximaríamos por el mesón. Dejamos el coche a la altura de las ruinas del antiguo mesón y nos aproximamos a pie hasta el borde de la laguna. En la distancia pudimos ver un grupo de tarros blancos (Tadorna tadorna):

Al poco de estar allí, Elena se dio cuenta de que un grupito de grullas (Grus grus) se dirigían hacia la laguna. Fueron a parar justo al otro lado de donde nos encontrábamos:


Seguimos entreteniéndonos con unas garcetas grandes (Ardea alba). Nos aproximamos con mucho sigilo. Queríamos hacerles fotos, pero no queríamos que por nuestra culpa tuvieran que abandonar su lugar de reposo:

De todo el grupo, sólo una de ellas parecía tener apetito:

Entretanto, el número de grullas (Grus grus) que llegaban a la laguna seguía en aumento:


Era como si se estuvieran llamando. Se producía un intercambio del famoso «kruu-kruu» entre las que estaban en tierra y el grupo que aparecía volando y no cesaba hasta que se reunían:

En alguna ocasión incluso asistimos a la llamada de un sólo individuo. Alguna de las grullas (Grus grus) del grupo en tierra insistía y mantenía el «kruu-kruu» hasta que veíamos aparecer tras alguna colina un individuo solitario que respondía con el mismo graznido y finalmente aterrizaba junto a sus congéneres.
Vimos alguna garza real (Ardea cinerea) posada muy a lo lejos. Lo más cerca que pudimos ver un ejemplar fue éste que pasó volando sobre nosotros:

En nuestro afán de ver algo más de cerca el numeroso grupo de grullas (Grus grus) que se estaba formando nos dirigimos al otro lado de la laguna, al mirador de la Ermita de Santiago. Decididamente, las distancias son enormes. Desde nuestras perspectiva anterior parecía que debíamos de estar más cerca de ellas… y quizá algo más cerca estábamos, pero seguíamos estando lejos. En cualquier caso, sacamos una panorámica del grupo que se había formado:
Nuestra visita a Gallocanta finalizaba. Antes de irnos, un numeroso grupo de estorninos (Sturnus vulgaris) posó para nosotros sobre unos cables eléctricos:

Dirigimos nuestros pasos a Daroca, un municipio que está a unos 25km. Aunque seguramente tiene un importante valor ornitológico, dedicamos nuestros esfuerzos a visitar la Daroca monumental, que también está muy bien… pero esa es otra historia.
Y para ver alguna foto adicional, aquí está la galería.