Llegó el fin de semana y hacía buen día, por lo que Elena y yo decidimos empezarlo acercándonos al Remolar a hacer una visita pajarera. Hacía tiempo que Elena no venía. Me hacía ilusión que hubiera mucho pajarito y que pudiera fotografiarlo. En esta ocasión además de prismáticos, Elena llevaba su cámara.
Al llegar al aparcamiento descubrimos que habían habilitado la antigua zona de espera de taxis del aeropuerto para aparcamiento. Además de ser un poco más corto el paseo hasta la entrada del Remolar, los coches quedan más a la vista y parecen menos expuestos a caer en manos ajenas.

Recorrimos el kilómetro y medio que bordea el Brazo de la Vilada hasta llegar al centro de visitantes del Remolar. Por el camino comprobamos que el río bajaba con un buen nivel de agua a pesar de la situación de sequía que está afectando a la zona. Es posible que las lluvias de hace un par de semanas hayan tenido algo que ver.
Cruzamos el Pont de la Vilada sin ver ni a un lado ni al otro nada que no fueran tortugas. Al llegar a las balsas para recuperación de anfibios escuchamos el croar de las ranas, que callaron en cuanto notaron nuestra proximidad. Pudimos ver algún ejemplar ya adulto:

Entramos en el hide del Mirador de la Maresma. Estaba bastante lleno de visitantes. Aún así pudimos buscar algún rincón para ponernos. En el margen derecho pudimos ver una avoceta común (Recurvirostra avosetta) compartiendo espacio con otras aves:

Elena hizo una estupenda foto de un flamenco (Phoenicopterus roseus) muy sonrosado:

y de unos ánsares (Anser anser) que parecían alerta, como siempre, compartiendo espacios al otro lado de la laguna con otras aves:

También vimos una pareja de ánade friso (Mareca strepera), cosa que no es muy habitual:

Seguimos con otro par de flamencos (Phoenicopterus roseus) con el agua a ras de las patas y una garceta común (Egretta garzetta) en vuelo:
De nuevo, al otro lado de la laguna una garza real (Ardea cinerea) se mueve con el sigilo que la caracteriza, cerca del grupo de ánsares (Anser anser):

Y en un momento, como si antes no hubieran reparado en ella, los ánsares le clavan la mirada:

En el islote central un grupo de tarros blancos (Tadorna tadorna) reposan ajenos al movimiento de los alrededores:


Una focha (Fulica atra) hace espavientos antes de entrar en el agua. La gaviota (Larus michahellis) que está a su lado se acaba de despertar y pega un bostezo perezoso:

Volviendo a la otra orilla, los ánsares han marchado y quedan el grupo de garcetas (Egretta garzetta), algún cormorán (Phalacrocorax carbo) y unos discretos moritos (Plegadis falcinellus) conviviendo en armonía:

De vuelta al lateral derecho del mirador, donde el agua tiene poco profundidad, vemos una cigüeñuela (Himantopus himantopus) y un limícola, probablemente una agachadiza (Gallinago gallinago):

Otra bonita panorámica con flamencos:

En el islote central todo continúa tranquilo. Las gaviotas a lo suyo: de siesta!

Abandonamos el Mirador de la Maresma para dirigirnos a la Bassa dels Pollancres. De camino paramos en el banco que está frente al estanque de las ranas para comernos un tentempié. Había varios fotógrafos persiguiendo ranas. Nosotros también pillamos algún que otro ejemplar:

Este otro mirador también estaba bastante ocupado, aunque con algún hueco para obtener algunas vistas de la laguna. En general la gente colabora y te hacen un sitio para que puedas sentarte.


Un somormujo lavanco (Podiceps cristatus) y un zampullín (Tachybaptus ruficollis) nadaban frente a nosotros:
En el islote central una gallineta común (Gallinula chloropus) andaba en busca de algo que llevarse al pico, mientras una pareja de porrón europeo (Aythya ferina) no se quitaban ojo el uno al otro:


Un estupendo ejemplar de hembra de ánade azulón (Anas platyrhynchos) miraba a una cerceta como si fuera comestible…

Hablando de ánades azulones (Anas platyrhynchos), en la otra orilla un grupo de ellos hacían cola para lanzarse al agua como si de escolares en la piscina se tratara:

Otros se estiraban y arreglaban las plumas preparando la zambullida. Eran casi las 13:00h. Las casetas de observación empezaban a vaciarse mientras los patos estaban cada vez más activos. ¿Será ésta también su hora de comer?


Las garcetas (Egretta garzetta) desde luego tenían hambre. No paraban de rebuscar entre las hierbas:


Otro porrón (Aythya ferina) empezó a hacer largas inmersiones para alimentarse. A pesar de tirar muchas fotos no conseguimos una espectacular «entrada» en el agua…


Dado que se había marchado mucho visitante, decidimos hacer otra pasada por el Mirador de la Maresma. Antes de irnos inmortalizamos alguna cerceta común (Anas crecca), más que nada porque ahora que empezaban a espabilar y también se merecían alguna foto, que son muy chulas…

…y una pareja de patos cuchara (Spatula clypeata) que parecían un par de jarrones chinos:

Y sí, de nuevo en el Mirador de la Maresma teníamos todo el espacio que queríamos. Prácticamente ya se había ido todo el mundo (13:15h).
Una de las cosas que más llama la atención es la cantidad de tortugas que aparecen en las orillas de estas lagunas. Son grandes devoradoras:


La garceta (Egretta garzetta) seguía con sus idas y venidas buscando algo que llevarse al pico:

Y al otro lado cormoranes (Phalacrocorax carbo), tarros blancos (Tadorna tadorna), azulones (Anas platyrhynchos) y moritos (Plegadis falcinellus) seguían tomando el sol:

Para despedirnos un azulón (Anas platyrhynchos) nos hizo una exhibición de amerizaje:


Tras reposar y observar en calma durante un rato con la caseta en silencio, disfrutando del espectáculo de las aves en libertad, acordamos emprender camino de regreso. Recorrimos el kilómetro y medio que nos separaba del coche y volvimos para casa.
Fin de la crónica del sabadete por la mañana.